Quienes somos

La Casa Hogar para Ancianos “El Sagrado Corazón” es una asociación civil sin fines de lucro, atendida por las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción para prestar servicios de asistencia a adultos mayores que se encuentran en situación vulnerable, carentes de familiares y/o recursos.

Misión

Acoger con amor misericordioso a los adultos mayores que sufren por abandono, pobreza y disminución de sus capacidades físicas y mentales, mediante una atención integral al estilo de Jesús Buen Samaritano, María Santísima y San Francisco de Asís, respetando y defendiendo la vida, ayudando a transformar el dolor y la soledad en medios para encontrarse con Cristo.

Visión

Ser una institución que ayude a los pacientes y a sus familiares a dar sentido transcendente al sufrimiento y al dolor, buscando la propia salvación y la de los demás al mostrar el rostro misericordioso de Dios.

Valores

Misericordia: Capacidad de sentir compasión por los que sufren y brindarles apoyo.
Libertad: Facultad o capacidad del ser humano de tomar sus propias decisiones.
Oración: Encuentro del hombre con Dios.
Pureza: Es el valor de la hermosura de un alma limpia.
Fraternidad: Aceptación de los demás como un don de Dios.
Minoridad: Actitud de servicio a los hermanos.
Armonía con la naturaleza: Compromiso y responsabilidad en el cuidado del medio ambiente.

Nuestra Historia

El padre Carlos al mismo tiempo que trabajaba por embellecer a los templos y por la catequesis, con gran entusiasmo fundó el Colegio Mariano N. Ruiz.

Con el paso de los años ve la necesidad de construir una casa hogar para niños, pero asesorado por un grupo de mujeres que pertenecían a la Unión Femenina Católica Mexicana (UFCM), mejor conocida como Acción Católica donde le expusieron al Reverendo padre que existía un grupo muy importante pero a la vez muy olvidado, refiriéndose a los ancianos; esos seres que ya lo han dado todo; su juventud, su amor, experiencia, paciencia, trabajo y que ahora simplemente están olvidados por su propia familia, se anima para fundar un asilo de ancianos.

Doña Zoraida Molina viuda de Francis, generosa dama nacida en Comitán y radicada en la ciudad de Guatemala, ofrece a través de su sobrino Víctor Manuel Gómez Salazar, honorable caballero, el capital para construir el asilo. En el año de 1970, la Sra. Zoraida da el primer donativo para que se comience con la obra. El Padre Carlos y el P. Raúl fueron a Guatemala por la primera ayuda.

La Sra. Zoraida le pide de favor al P. Carlos que el asilo, esté bajo la protección del Sagrado Corazón, ya que de Él había recibido abundantes gracias.

Monseñor Carlos J. Mandujano, tenía innumerables dones y uno era el poder movilizar multitudes con un solo dedo, no sólo eso, sino llegar a los corazones y a los bolsillos con suma facilidad, y lo que se proponía, lo hacía, tan es así que convence a la Srita. Engracia Albores para que done su casa para esta gran misión, ella acepta con la condición de ser la primera huésped junto con su cuidadora hasta la muerte de las dos y así fue. En realidad el P. Carlos era poseedor de una varita mágica que en realidad se llama Dios y con su ayuda él llevaba a cabo todo proyecto.

El asilo desde un inicio fue atendido por las hermanas Franciscanas de la Inmaculada Concepción y regido por un grupo de damas voluntarias llamado Patronato.

La estancia siempre se ha sostenido a base de donativos económicos y en especie. Se gestionan algunas ayudas en la presidencia, el DIF, o algunas personas particulares; para poder ayudarse salen a la central de Abastos para solicitar la ayuda de los vendedores y estos generosamente les apoyan con frutas y legumbres.